Discurso final de “El Gran Dictador”

Discurso final de

“El Gran Dictador”

(Charles Chaplin)

El camino de la vida puede ser libre y
bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las
almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos
ha llevado al paso de la oca a la miseria y a la matanza. Hemos
aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro
de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la
indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia,
duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado
poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia,
necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será
violenta y todo se perderá.

El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de
estos adelantos clama por la bondad en el hombre, clama por la
fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora,
mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones
de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que
tortura a los hombres y encarcela a las personas ¡nocentes. A aquellos
que puedan oírme, les digo: “No desesperéis”.

La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la
avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso
humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el
poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los
hombres mueren, la libertad no perecerá jamás.

¡ Soldados ! ¡ No os entreguéis a esos
bestias, que os desprecian, que os esclavizan, que gobiernan vuestras
vidas; decidles lo que hay que hacer, lo que hay que pensar y lo que
hay que sentir! Que os obligan ha hacer la instrucción, que os tienen a
media ración, que os tratan como a ganado y os utilizan como carne de
cañón. ¡ No os entreguéis a esos hombres desnaturalizados, a esos
hombres-máquina con inteligencia y corazones de máquina ! i Vosotros no
sois máquinas ! ¡ Sois hombres ! ¡ Con el amor de la humanidad en
vuestros corazones ! ¡ No odiéis ! ¡ Sólo aquellos que no son amados
odian, los que no son amados y los desnaturalizados!

¡ Soldados ! ¡ No luchéis por la esclavitud ! ¡ Luchad por la libertad !

En el capítulo diecisiete de san Lucas está escrito que el reino de
Dios se halla dentro del hombre, ¡ no de un hombre o de un grupo de
hombres, sino de todos los hombres ! ¡ En vosotros ! Vosotros, el
pueblos tenéis el poder, el poder de crear máquinas, j El poder de
crear felicidad ‘Vosotros, el pueblo, tenéis e! poder de hacer que esta
vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura.
Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos
todos. Lucharemos por un mundo nuevo, por un mundo digno, que dará a
los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un
futuro y a los ancianos seguridad.

Prometiéndoos todo esto, las bestias han
subido al poder. ¡ Pero mienten ! No han cumplido esa promesa. ¡ No la
cumplirán ! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan
al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las
barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la
intolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la
ciencia y el progreso lleven la felicidad a todos nosotros. ¡ Soldados,
en nombre de la democracia, unámonos !

Hannah, ¿puedes oírme? ¡ Dondequiera que
estés, alza los ojos ! ¡ Mira, Hannah ! ¡ Las nubes están
desapareciendo ! ¡ el sol se está abriendo paso a través de ellas ! ¡
Estamos saliendo de la oscuridad y penetrando en la luz ! ¡ Estamos
entrando en un mundo nuevo, un mundo más amable, donde los hombres se
elevarán sobre su avaricia, su odio y su brutalidad ! ¡ Mira, Hannah !
¡ Han dado alas al alma del hombre y, por fin, empieza a volar! ¡ Vuela
hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza ! ¡ Alza los ojos,
Hannah ! ¡ Alza los ojos !

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