Última carta de Baden Powell

Última carta de Baden
Powell

Queridos Scouts:

Si alguna vez han visto la obra de “Peter Pan”,
recordarán cómo el jefe de los piratas estaba siempre haciendo su último
discurso de despedida por temor de que, posiblemente, cuando llegara la hora en
que habría de morir, no fuera a tener tiempo para darlo a conocer.  Así
me sucede a mí, y aún cuando no me estoy muriendo en este momento, esto tendrá
que suceder uno de estos días, y deseo decirles una palabra de despedida.
Recuerden: esta es la última que oiréis de mí, por lo tanto, medítenla.

He tenido una vida muy dichosa, y deseo que todos ustedes tengan
también vidas muy dichosas.  Estoy convencido de que Dios nos ha puesto en
este mundo maravilloso para que seamos felices y gocemos de la vida.  Pero
la felicidad no proviene simplemente de la riqueza, ni de tener éxito en la
carrera, ni dándose uno gusto a sí mismo.  Un paso hacia la felicidad es
hacerse uno sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así poder gozar
de la vida cuando se es hombre.

El estudio de la naturaleza les enseñará cómo Dios ha llenado
de cosas bellas y maravillosas este mundo para que lo puedan gozar.  Estén
satisfechos con lo que les haya tocado y saquen de ello el mejor partido que
puedan.  Vean siempre el lado bueno de las cosas y no el malo.

Pero la verdadera manera de obtener la felicidad es haciendo
felices a los demás.  Traten de dejar este mundo en mejores condiciones de
como lo encontraron; de ésta manera, cuando les llegue la hora de morir, podrán
hacerlo felices porque, por lo menos, no perdieron el tiempo e hicieron cuanto
les fue posible por hacer el bien.  “Estén Listos” en ésta
forma, para gozar de una vida dichosa y morir dichosos: aférrense a su Promesa
Scout siempre, aún cuando hayan dejado de ser muchachos.  Que Dios los
ayude a hacerlo así.

Su amigo,

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